viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Cómo te quedó? (Primera parte)

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El hecho de ir a comprar ropa es algo que siempre me perturbó.
Uno entra a esos locales con luces de colores, pero a la vez oscuros, con esa música de fm barata al máximo, que satura los parlantes y sulfata los oídos. Falta que te cobren entrada y es un boliche de la costanera.
De la nada se te aparece un tipo con los pelos parados embadurnados en gel, remera ajustada, piercing en la ceja y mascando chicle, o una señorita que lo que tiene de pechos claramente no lo tiene de cerebro, medio tonta, que mueve constantemente la cabeza como si estuviera siguiendo el ritmo de una canción que definitivamente no es la que suena. Y también masca chicle… con la boca abierta.
Te acechan, balbucean palabras, gesticulan en demasía, aparentemente ponen caras "mirá que piola soy" , pseudo bailan mientras cuelgan una campera en una percha… algo similar al laberinto del terror del ItalPark.

Después cuando encontrás algo que más o menos te gusta, te dicen que sólo hay talles extra chico o extra grande. Entonces uno va en busca de otro producto, no con el mismo entusiasmo con el que buscó el primero, ya un poco ofuscado, preguntándose que está haciendo en un lugar como ese cuando sabemos que el día se presta para tantas cosas.

Al fin, un pantalón negro aparentemente de mi talle, más o menos me gusta. Momento de ir al probador.
Un probador bien podría ser un tipo que te vista, pero no, en este caso hablamos del cubículo, por lo general minúsculo, donde uno la suele pasar mal.
Si tiene puerta, no cierra. Si la puerta se abre para el lado de adentro, uno mas o menos logra cerrarla, se mete la pierna, una mochila que haga peso, medio con la espalda, uno se las rebusca. Pero si la puerta se abre para el lado de afuera ya es más complicado... diría que imposible. Por eso es recomendable siempre llevar a una persona de confianza que le custodie la puerta del probador.
Otra cosa, hay lugares donde las puertas son muy petisas, por así decirlo, que tapan solamente desde el cuello hasta las rodillas. Eso me incomoda. Visto desde afuera es una imagen muy triste la de las piernas desnudas con medias tres cuartos de traje.
Si el probador carece de puerta, carece de privacidad… o tiene una cortina, que es lo mismo.
Recordad: Siempre la cortina es más corta que la entrada al probador. La entrada pongámosle, tiene un metro de ancho, la cortina ochenta centímetros.
Después de intentar cubrir los dos extremos del probador, de manera infructuosa, por cierto, uno se resigna y comienza a probarse el pantalón de una buena vez, sabiendo que la gente lo anda mirando. Incluso alguno se asoma y opina. Nunca falta una señora que mete mano para ver la tela de la prenda, y le comenta a la amiga sobre la calidad y que ya no se hacen las cosas como antes y etcétera.

¿Nunca les pasó eso de estar viendo una remera, por ejemplo, y una señora que nada tiene que ver con uno, que incluso está viendo bufandas para el padre, te la saca de las manos y se la pone a inspeccionar? Y hasta te llegan a decir “¿esta es la última en este talle? Después de probártela dámela que me la llevo para el Brian… es más, yo te digo, el rojo no te queda bien a vos, ¿sabés querido? Te conviene la verde…”
Bueno, a mi tampoco me pasó. Algo parecido hace un tiempo, pero eso es otra historia.

Una vez dentro del probador, uno comienza a quitarse la ropa y descubre que no hay lugar donde colgarla. Con suerte un perchero. Bue, al piso en un rincón.

Al instante la vendedora abre la cortina de par en par al grito de “¿Cómo te quedó?” y uno que se encuentra semidesnudo, que no se había percatado de que se encontraba utilizando los calzoncillos menos felices que posee, le responde: “Mirá, de una pierna va bien, pero me falta ponerme el resto. Si me das mas tiempo, te lo voy a agradecer, ¿eh?...”
Y ahí uno se pregunta “¿estaré tardando mucho en probarme un pantalón?... ¡Pero si sólo pasaron 30 segundos desde que entré!”

Por fin con los pantalones puestos, un nuevo descubrimiento. Hay un solo espejo dentro del probador.
De adelante el pantalón va bien, pero ¿Cómo me miro atrás?
Mientras uno se encuentra estirando el cuello intentando mirarse casi con los ojos bizcos en una maniobra envidiada por cualquier contorsionista, la vendedora hace una nueva aparición triunfal, exclamando:
- ¡Pero qué bien te queda esa remera, llevátela que está brutal!
- Me estoy probando un pantalón.
- ¡Pero qué bien te queda, llevátelo que está brutal!
- ¿Te parece?
–pregunta uno con un dejo de desconfianza
. Lo siento un poco apretado… unos tres talles…
- Nada que ver, ese está perfecto. ¿Es un 42, no?
- No, un 38 me diste.
- Ese es tu talle, sin dudas.
Ahí uno comienza a sospechar que le están mintiendo y pide un talle 42.
- 42 no me queda más. Este es el más grande que tengo, y es el último –te responde la zorra.

Y ese momento es cuando uno se va del lugar sin haber comprado nada, de mal humor, casi humillado y sabiendo que algún día tendrá que volver porque necesita un pantalón.


Este tema continuará el próximo viernes (25-09-09)
¿Cómo te quedó? (Segunda parte)

13 comentarios:

Pocho dijo...

Uy loco, estás limando mal.

Buenísimo cuando escribís estas cosas.

Saludos.

La Voz Deportiva dijo...

Jaja, muy buena la nota.
Sabes cuantas veces me pasó lo del negocio. Millones.
Espero que sigamos en contácto para que nos sigamos firmando y pasando por los blogs. Excelente el tuyo, un abrazo!

Marco dijo...

Dos verdades:

Una vez pasé por un local y me gustó algo que había en la entrada (pasillo entre vidrieras). No me acuerdo que era pero lo saqué de la percha y entré a preguntar por los probadores: - no tenemos.

Otra vez, fuimos bastante tarde al Italpark y creo que agarramos las últimas "funciones" del laberinto del terror.
Entonces Drácula, que salía despedido raudamente de su cajón para correr a los visitantes, se acercaba algo encorbado y de no buen semblante para invitarnos al próximo recinto: "vamo flaco vamo pasá, pasá".

Polanesa dijo...

Jajajaj, ayy, yo tengo una de Drácula también... Pero creo que era gracioso cuando tenía 12 nomás. En fin, no me quiero ir de tema.

Yo también detesto eso de ir a comprar ropa, por eso aguanto unos cuántos meses y después salgo a comprar todo lo que me hace falta de una. En general, consigo menos de la mitad de lo que necesito, pero siempre me gasto el sueldo de los últimos 2 meses.
Lo que me pasa muchas veces es que me asfixio. Es como que tienen unos olores muy potentes que intentan ser aromas exquisitos, pero me asfixian y dan náuseas. Además del calor sofocante, por eso espero afuera (si no soy yo la que va a comprar, claro). Bien ortiva.
Una vez que me compré una campera en Cuesta Blanca... no me la podía probar... era pleno invierno, pero con el calor que hacía ahí adentro sentía que si llegaba a tener contacto con cualquier prenda, iba a terminar todo completamente empapado como si saliera de un recital de la Renga en Salta con 40° de temperatura a las 2 de la tarde.
Y lo de los probadores es un clásico. Además tenés que tener cuidado y fijarte si los espejos son sólo espejos (nunca te llegó ese mail diciendo que tenés que hacer la prueba del dedo en el espejo?). Jeje, muy bueno.

Sobre el imitador de objetos inanimados, sí, era boludísimo, pero me hizo recagar de risa. No sé por qué, aunque tengo 3 teorías. Una es que las boludeces me hacen reír más que nada en el mundo. Otra que la exageración en la actuación es algo que me fascina porque es lo que más me cuesta conseguir. Y la otra es que soy demasiado detallista para ciertas pocas cosas. Ponele, más que la expresión y las figuras todas iguales que hacía con el cuerpo cuando imitaba, me fijaba en su expresión entre figura y figura, o lo que decía cuando no iba el chiste, o el abanico entre tensión y relajación que abarcaba, o si se notaba el grado de diferencia entre lo que era ensayado y lo improvisado.

Después, buscando ese video para subirlo al blog, me enteré que es parte del elenco de Proyecto Alaska y lo terminé de admirar. Esa ¿obra? me gustó mucho, la fui a ver dos veces (bah, en realidad la segunda me regalaron entradas por haberme hecho subir al escenario, pero lo disfruté tanto o más que la primera vez, jaja).

Ahora sí me fui de tema, así que chau.

nonimo dijo...

Je je, claro, es una odisea. Otra que esta raza siempre te manda es: "yo me llevé una para mi y me salió muy buena".

Hermana de SDU-7 dijo...

Odio ir a comprar ropa. Suerte que me regalaron mucha como para el fin del mundo....

Monik dijo...

A mi básicamente me perturba salir de mi casa, así que comprar ropa no me es particularmente inquietante.
Siempre quise quejarme sobre esto, en particular lo de las cortinas que poco cubren. También pasa en los baños públicos, ni siquiera pueden hacer una división entera que parece que tengo que ver la bombacha de la de al lado.
Me hiciste acordar a esto: http://yesterdaysjam.blogspot.com/2008/12/moderna.html

el.Gawo dijo...

ni hablar de los negocios de ropa en galerías tipo Bond Street, que a veces ni tienen probador...
en esas ocasiones pienso "qué suerte que no uso corpiño" jajajaa....

La Anónima dijo...

Muy bueno. Es verdad lo que dice el que no usa corpiño, que a veces ni probador hay.

La Anónima.

Tribal dijo...

Es asi. Aunque tambien tenes que agregar que deberian morir de las peores formas posibles.

Saludos, tribal

Anónimo dijo...

Jajaja siempre me vuelvo de mal humor cuando salgo a comprar ropa, por lo gral me gusta comprar cuando veo algo lindo de pasada y me lo compro, pero salir a buscar algo que necesitas, es lo peor, y de los probadores ni hablar!!

Si Argentina no va al Mundial dijo...

Sabés que para mi también es una especie de tortura ir a comprar ropa. Siempre lo evito.

Sugar Sixx dijo...

@Calígula: 1- Pasa mucho que no está lo que uno pide... y a veces te sacan la prenda de la vidriera medio sucia y te la dan para que te la pruebes.
2- En una época (en la decadencia del Italpark) afanaban en el laberinto del terror... yo no sé si era Drácula o quien, pero a más de uno le sacaron la billetera.
(es en serio)

@nonimo: Efectivamente. Ese comentario está contemplado proximamente.


@Pola: Es cierto, en algunos sitios la ropa tiene un olor tan fuerte como el de las manos que acaban de pelar una mandarina.
Sobre el imitador de las frutas, no tenía idea que era de Proyecto Alaska. Hay muchos que van y son mas o menos conocidos de algún lugar o de otro... Igual para mi, a ese lo echaron de proyecto Alaska...

@Monik: De los baños públicos es algo de lo que mucho se podría hablar. Incluso se podria tener en cuenta para una tesis de la carrera de sociología...
Sobre la página que mandaste, sobre la ropa que no es de tela. Creo que la persona se refería a que no era de algodón... hay telas, como la de las remeras de fobal que son muy lindas, pero no parecen tela, parece una ropa hecha con material especial de la nasa.

@Gawo y La Anónima: yo no me pruebo en lugares sin probador... hay que desconfiar de esos lugares.

Gracias por pasarse.